Empiezo este artículo con un pequeño ejercicio de honestidad. Mi cabeza puede ser un poco caótica.
Yo era el tipo de persona que leía 5 libros al mismo tiempo en función de lo que me apeteciera en cada momento. Obviamente esto me llevaba a que muchos de ellos se quedasen a medio acabar, y habla bastante bien de de cuál era mi punto de partida.
Una persona creativa y entusiasta por el aprendizaje, pero poco disciplinada.
Al tocar muchos temas de forma relativamente superficial e incompleta tenía la sensación de que retenía muy poco de lo que leía. Ser un gran consumidor de información no garantiza que esta sea de calidad ni que realmente asimiles lo importante.
Por suerte pude darle la vuelta a esta situación y estas son las claves que me han permitido conseguirlo:
- Disciplina y trabajo sostenido
- Consumir información de calidad
- Conectar los puntos dispersando mi mente
- Contrastar las ideas con la realidad para ver si son valiosas
En la base están la disciplina y el ritmo, tanto para profundizar lo suficiente en un tema concreto, como para blindar el hábito de aprender un poquito cada día.
Disciplina para empaparme de libros, podcast o cursos sobre un tema concreto y trabajar toda esa nueva información para poder asimilarla, volver a ella en el futuro y evitar que se acabe difuminando. Ante un universo de opciones tienes que darle una oportunidad real a un área de conocimiento si quieres sacar algo de valor de ese esfuerzo por aprender.
Por otra parte, debes ser consciente de en el largo plazo sale más rentable trabajar a un ritmo sostenible que darte atracones puntuales. Si me comprometo a leer 10 páginas al día habré leído un libro de 300 páginas en 1 mes. Si solo leo cuando tengo tiempo y espacio mental para poder sentarme con calma, lo fácil es que no lo haga.
Yo interpreto el aprendizaje de forma similar al ejercicio físico. No me vuelvo loco con sesiones maratonianas que me dejen el cuerpo molido, pero hago algo todos los días a un ritmo que disfruto para que ir al gimnasio sea una fuente de motivación y no un sufrimiento.
Otro aspecto importante es elegir bien la información que consumes para construir sobre cimientos sólidos.
Los artículos de opinión, por bien fundamentados que estén, no dejan de ser el resumen de un resumen en el que el autor inconscientemente ha reflejado sus propios sesgos ideológicos. Cuando más próximas al origen de la información sean tus fuentes, menos adulteradas estarán.
Por otra parte, debemos priorizar la información que ha pasado la prueba del tiempo y sigue siendo vigente.
Las librerías están llenas de nuevos libros que parecen explicar las claves definitivas para solucionar nuestros problemas, pero habría que ver cuánto de ese contenido seguirá siendo vigente dentro de 10, 20 o 50 años.
Cuando unas palabras sobreviven al paso del tiempo porque generación tras generación, miles o millones de personas encuentran un valor en ellas, no puede ser por pura casualidad.
La mejor forma de conectar y transformar información de diferentes fuentes en algo que podamos retener y transmitir es dejar que nuestra mente se disperse.
Cuando estamos en modo ejecutivo, intentamos poner todo nuestro ancho de banda al servicio de las tereas que queremos completar. Ponemos todo el foco en lo que tenemos entre manos.
Por el contrario, cuando no hacemos nada o lo que hacemos es rutinario y no nos demanda mucha atención, se desencadenan automáticamente mecanismos de exploración de información útil almacenada en nuestra memoria, evaluación de nuestra situación presente y valoración nuestras expectativas futuras. Es en estos momentos de dispersión es cuando unimos los puntos y maximizamos la generación de ideas.
Todos hemos tenido revelaciones en la ducha, precisamente porque es uno de los pocos momentos en el día en el que nos permitimos estar a solas con nuestros pensamientos.
En algún momento estas ideas tienen que salir de tu cabeza y enfrentarse con la realidad para determinar si son valiosas.
Una de las razones por las que escribo estos artículos semanales es precisamente porque me obligan a entender de verdad lo que quiero decir para que un lector que no haya escuchado nada sobre el tema lo capte a la primera y sin mucho esfuerzo. Cuando te peleas con una idea y no encuentras las palabras para plasmarla en el folio, quizás no la tienes tan clara como crees.
Adicionalmente, publicar aporta un plus porque implica que hay una audiencia potencial que me obliga a ponerme en la perspectiva del lector tanto a nivel de contenido como a nivel formal.
Hago varias revisiones del artículo y en todas ellas encuentro algo que mejorar. Siempre trato de transmitir la misma idea con la menor cantidad de palabras porque creo que hay belleza en lo simple.
Y simplificar sin que se pierda la esencia implica que sabes de lo que hablas.


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