Quien solo tiene un martillo piensa que todos los problemas son clavos.
Como individuos observamos la realidad desde una perspectiva subjetiva y, por lo tanto, limitada. No tenemos la capacidad de analizar cada una de las situaciones que experimentamos con un alto nivel de profundidad, por lo tanto, acabamos tirando de prejuicios o simplificaciones basadas en experiencias previas que nos permiten atar cabos con la información que tenemos.
De forma general, necesitamos dar una explicación a los fenómenos que nos rodean y por eso echamos mano de representaciones en nuestra mente sobre cómo funciona el mundo real. A estas representaciones también se las conoce como modelos mentales.
La calidad de los modelos que manejes es clave para aumentar las probabilidades de que tu valoración subjetiva desde tu perspectiva limitada se acerque a la realidad objetiva.
Piensa en el caso de una granja que vende pollos a una empresa que los mata y los procesa para la venta en supermercados. Ahora imagina que eres uno de esos pollos, que ha sido criado en libertad y bien alimentado diariamente con maíz. Es fácil que tu experiencia te lleve a pensar que la granja es un lugar seguro, y que uses la información pasada para predecir cómo va a ser el día siguiente. Obviamente solo conoces una parte de la historia y llegará un día en que tu predicción falle estrepitosamente. La importancia de tener más puntos de vista —o más modelos mentales realmente útiles— puede marcar la diferencia.
Ese pollo habría agradecido estar suscrito a mi Newsletter.
En este artículo voy a profundizar en dos que me han sido muy útiles tanto a nivel personal como profesional: La navaja de Occam y la navaja de Hanlon.
La navaja de Occam es un modelo de resolución de problemas que propone que una explicación simple es preferible a una más compleja.
Este modelo se puede explicar a través de las apuestas en el fútbol. Un partido entre el líder de la liga y el colista pagará muy poco dinero por euro apostado a quien se incline por la victoria del líder, porque la probabilidad de que acierte es muy alta. Sin embargo, si hacemos una apuesta combinada en la que para ganar tenemos que acertar todos los resultados de 5 partidos tan «cantados» como el del líder contra el colista, el premio por euro apostado será mucho mayor.
Esto es así porque acertar con varias suposiciones al mismo tiempo es mucho más difícil que acertar un solo supuesto. Las explicaciones simples son más probables porque implican menos suposiciones.
Dicho esto, una mayor probabilidad no es sinónimo de que la explicación simple siempre sea la correcta, pero debemos empezar a buscar por ahí y avanzar hacia hipótesis más complejas solo si es necesario.
Así ahorraremos tiempo y nos dolerá un poco menos la cabeza.
El segundo modelo es la navaja de Hanlon, que sugiere que no debemos atribuir a la maldad lo que probablemente haya sido fruto de la ignorancia.
Diría que este modelo mental me salva la vida dos o tres veces por semana. Sin exagerar. ¿Quién no ha recibido un mail innecesariamente hostil con demasiada gente en copia?
Si eres como yo, lo primero que se te pasará por la mente es un insulto de esos que no debo escribir aquí por mantener mínimamente las formas. Lo segundo es cargar la escopeta. Te preparas bien el contra-argumento y redactas una respuesta de estas que no dicen ni una mala palabra, pero se puede detectar la mala baba a kilómetros. Sin embargo, rara vez merece la pena enviar ese correo escrito desde la ira.
Lo normal es que la otra persona esté pasando por un momento de tensión laboral o personal y simplemente lo haya reflejado en un mail inoportuno. Una llamada telefónica suele ser suficiente para destensar la situación, entender a la otra parte y transmitirle tu propio malestar. Con mucha frecuencia el desenlace es una disculpa mutua y quizás un planteamiento sobre cómo gestionar una situación similar en el futuro.
Dicho esto, hay malas personas por ahí y podrían estar tratando de ponerte la zancadilla. Aplicar la navaja de Hanlon solo te recuerda que lo más probable es que el mundo no conspira en tu contra.
Los modelos mentales no pretenden ser verdades universales sino herramientas útiles para pensar con claridad. Cuantos más manejes, más fácil te resultará comprender el mundo que te rodea y mejor será tu toma de decisiones.
Apréndelos, interiorízalos y aplícalos. Sé más listo que un pollo de corral.


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